¿Propiedad
Privada o Colectiva?
Artículo
115 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: “Se garantiza
el derecho de propiedad. Toda Persona
tiene derecho al uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes…”
Para
comenzar deberíamos hacernos la pregunta:: ¿Habla la Biblia sobre la Propiedad Privada?
Todo hijo de Dios sinceramente quiere una respuesta bíblica, porque de ella
emana sabiduría. ¿Tú que piensas? ¿Habla la Biblia de propiedad privada o
propiedad colectiva?
Para
Jhon Locke ciertamente Dios creo todos los bienes que existen en la tierra para
que los disfrutemos. Ahora, cuando el hombre procesa ese bien natural de la
tierra o la naturaleza y lo procesa, lo modifica con su labor, o añade algo que
es de su labor, pasa del dominio público al dominio privado. Por lo tanto, cada
ser humano tiene derecho a propiedades que son de su exclusiva persona.
Cuando
un indio cazaba un venado pasaba a su propiedad porque él se tomó el tiempo
para casarlo y llevarlo a su casa. Cuando todavía no había sido casado, en las
montañas, ese venado pertenecía al derecho comunitario, pero ahora pasa a la
propiedad exclusiva de su cazador. Igualmente los peces que estaban en el lago
de Genasaret, cuando Simón y sus tres amigos no pudieron pescar; cualquiera
podría haber ido luego y pescar, y Ellos no podrían haber exigirles compartir
la pesca. La mañana cuando Jesús les dijo que volvieran a pescar y ellos obedecieron
a su orden, ellos lograron una gran pesca; fueron y vendieron en el mercado, y
se apropiaron de un gran capital. Esos peces eran del dominio público y
comunitario, pero una vez pescado pasaron a la propiedad de Pedro y sus tres
compañeros de trabajo. Su empresa logró un fruto de su trabajo y disfrutaron de
sus beneficios.
Dios
creó a Adán y Eva y los puso en un huerto y les ordenó que lo trabajará, lo
cultivará y se beneficiará del fruto de su trabajo. Cuando pecó Dios los sacó
de esa bendición y les estableció el castigo del Trabajo esforzado con poca productividad.
Pero cuando vino Cristo, él nos libró de la maldición de improductividad. El Escritor
Pablo de Tarzo dice que Dios nos da todas las cosas en abundancia, para que las
disfrutemos. Hay una ruptura con el antiguo sistema de improductividad. Por lo
tanto, los creyentes deben esperar que su trabajo rinda fruto y en abundancia.
Dios
le dio al hombre la capacidad del trabajo productivo, y a través del esfuerzo
mantenerse dentro de los principios éticos de la propiedad. En ningún momento
Dios dio lugar a los seres perezosos, avaros y codiciosos, para que vivieran de
la renta de otros. Dios le dio la autoridad al hombre para trabajar la tierra, “sojuzgarla”
y poseerla.
El
apóstol Pablo fija un principio ético de valoración hacia el trabajo
productivo. “Y el agricultor que se
esfuerza en su trabajo debería ser el primero en gozar del fruto de su labor.”
(2 Timoteo 2:6). Para disfrutar de los bienes, la persona debe trabajar
primero. Inclusive cita el pensamiento: «El que no quiera trabajar, que tampoco
coma».(2 Tesalonicenses 3:10b; NVI).
En
una oportunidad escuché a un mandatario recién electo declarar que el
justificaba si alguien robaba por Hambre. Pero el juicio y la decisión sobre
ese pensamiento deberías evaluarlo a la luz de la Biblia. La cuál dice: “Si
eres ladrón, deja de robar. En cambio, usa tus manos en un buen trabajo digno y
luego comparte generosamente con los que tienen necesidad.” (Efesios 4:28;NTV).
Si tienes necesidad, trabaja. Si ves a otro en necesidad, trabaja y se
generoso, comparte. Se un productor con superávit, capaz de producir más allá
de las necesidades básicas de tu familia.
En
la Ley de Moisés, vemos principios claves para la distribución de la tierra y
la propiedad. Cada familia se le asignaría un territorio, pero esa familia
tendría que conquistar esa tierra de sus antiguos propietarios, tendría que
trabajarla y cuidarla. Y con ello sustentar a su familia. La compra de
propiedad era posible, pero a los 50 años o año de jubileo la tierra volvía a
la familia original.
En
Levítico 25:13 dice: “En el año de jubileo a cada uno se le permite regresar a
la tierra que les pertenecía a sus antepasados.” Era un año de liberación de
todos los habitantes.”. Justicia Social. La Nación experimentaba una
restructuración social. Si una familia había perdido su tierra, podía regresar
a su antigua Propiedad y comenzar de nuevo.
Ahora
bien la compra y la venta de propiedades era posible. Dios dispuso que fuera
posible bajo ciertas condiciones: Levítico 25:14 »Cuando hagas un acuerdo con
tu vecino para comprar o para vender alguna propiedad, no se aproveche el uno
del otro.” No se podía realizar bajo engaño, no aprovecharse que el otro estaba
pasando por una situación crítica para ofrecerle una cantidad inferior a lo
correcto. El precio de venta estaba ajustado al número de años que faltaban
para el próximo de jubileo (Levítico 25:15).
Por
lo tanto, el pensamiento liberar que sostiene que la venta y la compra debe
estar ajustada a la mano del mercado, no funciona para Dios. Tu debes dar ,”precio
justo”. Agustín de Hipona decía que por nuestra maldad, el hombre procura
comprar al precio más bajo y vender al precio más alto. Aquí no funciona, sino
la justicia entre las partes. No sé está llamando a un interventor
gubernamental para que regule el precio. Los ciudadanos debemos actuar con
amor, misericordia y justicia al hacer sus transacciones comerciales.
Inclusive
pueden haber prácticas comerciales que pueden parecer legales, pero Dios las
aborrece por la violación de estos principios.
Levítico
25:23, Dios establece que “La tierra no debe venderse a perpetuidad, porque la
tierra es mía. Tú sólo eres un extranjero y un arrendatario que trabaja para
mí.” La propiedad privada está limitada
y subordinada al Soberano Dios. Debo actuar como un administrador, que debe
cuidar la tierra, trabajarla y no dejarla ociosa. Es mía en tanto la cuide, la
atienda. Por lo tanto, no es viable tener tierras cultivables baldías. De lo
contrario la legislación debe tomar decisiones sobre que hacer con aquel que desatiende
su propiedad, sin trabajarla para producir.
En
base al texto anterior podemos afirmar que el Soberano no es ni el Pueblo, ni
el Estado. El Soberano y dueño de la tierra es Dios, el creó leyes que
procuraron la justicia y la equidad entre los seres humanos. En segundo lugar,
el tiempo cuando fue promulgada la ley de Moisés, los reyes y emperadores eran
mayoritariamente dueños de la tierra. Sin embargo, en Egipto observamos que los
egipcios, en el tiempo de José, poseían propiedades, que tuvieron que venderle
al gobierno, en tiempos de la hambruna de los 7 años. Por lo tanto, la
innovación de la propiedad familiar consagrada en la Ley de Moisés fue
revolucionaria e innovadora. Así como su preocupación e instrucciones para
atender a los pobres. La igualdad entre los habitantes muestra principios que
después fueron absorbidos por la Constitución de EEUU.
Dios
le asigna valor económico a la familia. Dios quiere velar por el bienestar de
la familia. La familia que vendía su propiedad, tenia el derecho de volverla a
comprar, si reunía el dinero. También podía ser auxiliado por un familiar que
pudiera comprarla y en el año de jubileo devolvérsela.
Es
sorprendente que cuando el gobierno Chino se vio obligado a introducir algunas
prácticas comerciales de mercado de “la economía de mercado en lo posible” en
su economía planificada y comunitaria, comenzaron otorgándoles a las familias empobrecidas rurales,
que trabajaban sólo para entregar la producción al Estado Socialista Chino, permitiéndoles
vender su producción por encima de la cuota exigida, ellas comenzaron a
prosperar. Porque establecieron una cuota de producción más baja y se creó el
incentivo de poder vender a quienes quisieran el excedente superior a la cuota
establecida. Eso produjo una motivación de realización familiar. Y los chinos
comenzaron a tener un poco más, gradualmente. De echo la economía china es una
economía planificada con libertad de mercado en lo posible que favorece la
competencia y la excelencia en la producción. En lugar de la incompetencia e
improductividad que vemos en otros países socialistas.
En
la cultura Israelí existía la propiedad permanente, en el caso de compra-venta
de una casa dentro de una ciudad amurallada. El vendedor disponía de un año
para volverla a comprar, sino el comprador se quedaba permanentemente con la
casa.
Se
reconoce que existirían los pobres en la nación, pero se recomendaba ser
generosos con quién padeciera necesidad.
Deuteronomio 15:11: “Siempre habrá algunos que serán pobres en tu
tierra, por eso te ordeno que compartas tus bienes generosamente con ellos y
también con otros israelitas que pasen necesidad.” El dejar en el piso las espigas que se caían
eran para los pobres. Los huérfanos, las viudas y los extranjeros pertenecían
al escalafón más bajo de la escala social. Y Dios los tomo en cuenta para que
no fueran desamparados.
Socialmente
debemos organizarnos para apoyar al necesitado. También Jesús citó este texto y
declaró un orden de prioridad. Tú te organizas y con tus recursos apoyas a
personas necesitadas que conoces o te encuentras con él.
Una
concepción diferente es la comunalidad de bienes o propiedad colectiva. La cuál
según LUDWIG VON MISES(2007) está basado en la teoría del reparto igualitario.
¿La pregunta es ¿Quién reparte los bienes? En una sociedad perfecta, dónde el
ser humano es bueno, encontraríamos la perfección de la armonía. Pero en la
sociedad real, el ser humano tiene la tendencia natural a hacer lo malo, a ser
egoísta y a favorecer a algunos en detrimento de otros. ¿Cómo logramos la
justicia social así?
En
el Socialismo, un Burócrata gobernante, que pasa de pobre a nuevo rico, se
convierte en el distribuidor o administrador de los bienes. ¿Qué sucede? Que lo
natural de los hombres, dijo Jesús de Nazaret es “Enseñorear sobre los demás”.
Por lo tanto, es el menos calificado para un reparto justo
El
socialismo ha sustituido el concepto de reparto igualitario por comunalidad
social de bienes. Las personas no son dueñas de nada, solo pueden usar una
parte y alguien llamado Estado, y más estrictamente, el gobierno te autoriza a
usar un territorio y a pagarle una cuota por el usufructo. O a entregar una
cuota de tu producción al Estado. La comunalidad de bienes conserva la
adversión a la economía de mercado y supuestamente pretende la distribución
equitativa de la riqueza.
Todos
los sistemas socialistas del mundo han desarrollado una nueva clase burgués
política. Porque ellos expropian a los antiguos “Propietarios”, y promueven en
la sociedad una propiedad aparentemente colectiva. Pero nadie es dueño de nada,
y el sistema se caracteriza por la corrupción, el amiguismos y la incompetencia
en la producción. Por ello vemos realidades tristes. Países que sus habitantes pasan
a ser más pobres, en ell establecimiento del sistema socialista. Los pobres
votan por ellos. Pero pregunto: ¿Votan por ellos porque quieren prosperar o
porque quieren tener un gobierno que los mantenga. Aunque representen migajas
que les haga sobrevivir?.
En
la Biblia, no encontramos ningún principio que sostenga el reparto igualitario
de la riqueza, sino la valoración del trabajo productivo de cada familia. Tanto
trabaja y produces, tanto logras acumular. La diferencia es que Dios les pide a
las personas ser generosas con quién padece necesidad. Entonces en tal caso, el
Estado debería crear un incentivo tributario para las personas que
voluntariamente manifiesta la donación o implementación de ayudas a personas
con necesidades. Ahora, Dios no aprueba que la ayuda social se convierta en un
modo de vida, de mendicidad y dependencia de los programas. Sino que esa ayuda
debe ir acompañada de la formación para superar la pobreza y alcanzar la
prosperidad. Eso significa un cambio de su manera de pensar, para que cambie su
manera de vivir.
Según
LUDWIG VON MISES, (2007), El socialismo no tiene otro fin que hacer desaparecer
la propiedad privada de los medios de producción para transformarla en
propiedad de la sociedad.
El
pensamiento de Dios es diferente al pensamiento socialista. El pensamiento
socialista, tanto marxista, cómo de la escuela socialista católica romana del
Vaticano, y en general la “teologia de la liberación” es justificar que
cualquier hombre con hambre puede tomar el bien de otro y apropiárselo por
necesidad. Si esto fuera cierto, entonces los mandamientos de Dios quedan nulo,
por los mandamientos de los hombres. La ley de Moisés establece que no debo
robar, eso implica que otro es dueño de ese bien, que no debes codiciarlo, ni
su casa, ni su mujer, ni sus bienes.
Tampoco es cierto que el evangelio es exclusivo para los pobres. Pablo
se dirige a los ricos de la iglesia de Efesios y les anima en su carta pastoral
a Timoteo a no confiar en la riqueza, sino ser generoso.
1
Timoteo 6:17 dice: “Enséñales a los
ricos de este mundo que no sean orgullosos ni que confíen en su dinero, el cual
es tan inestable. Deberían depositar su confianza en Dios, quien nos da en
abundancia todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos.”
El
pensamiento bíblico es la generosidad voluntaria de dar. Nadie me obliga a
ejercer la generosidad y desprenderme de algo que es mío. Soy invitado como
hijo de Dios a dar con amor a otro que padece necesidad, a ser solidario y
empático para que el otro salga de la crisis. En la ley de Moisés se mira la
pobreza como una condición circunstancial. Dios prometió que si le obedecían,
los bendecirá en abundancia. Deuteronomio 15:4 “No deberá haber pobres en medio
de ti, porque el Señor tu Dios te bendecirá en abundancia en la tierra que te
da como preciada posesión”.
Ni
en el Antiguo Testamento, ni en el Nuevo Testamento existió la comunidad de
Bienes. La tan cacareada comunalidad de bienes de la iglesia de Jerusalén es
una interpretación erróneas del texto “ y tenían todas las cosas en común” (Hechos
4:32). Todos los creyentes estaban unidos de corazón y en espíritu.
Consideraban que sus posesiones no eran propias, así que compartían todo lo que
tenían.
Es
evidente que los creyentes de Jerusalén conservaban la titularidad de sus
bienes, porque José de Chipre, llamado Bernabé, después de esta cita dice la
escritura que trajo una propiedad y la puso bajo la administración de los
apóstoles. Y en el capítulo 5 una pareja quiso hacerse pasar por generosos y
vendieron una propiedad y trajeron solo una parte diciendo que era todo el
precio de venta. Cuando Pedro guiado por el Espíritu Santo los interpela y los descubre,
y les aclara: era tu propiedad y podías conservar
el valor de la venta. El pecado fue el engaño de pretender ser generosos cómo
los demás.
En
ninguna de las iglesia fundadas por el apóstol Pablo encontramos la comunalidad
de bienes. Lo que sucedió en Jerusalén, a diferencia de las iglesias en otras
ciudades fue que el día de Pentecostés se convirtieron una multitud de 3.000
judíos helenistas. Personas que vinieron a Jerusalén de sus países de origen a
celebrar la Pascua y Pentecostés. Pero al convertirse a Jesús, una parte de los
convertidos se quedaron y tuvieron que enfrentar que no tenían ni casa, ni
trabajo y oficio establecido en la ciudad. Por lo tanto, el amor de hermanos
los llevo a compartir todas las cosas. Los recursos venían de los que más
tenían. Y los apóstoles lo administraban. Hasta que llegó la crisis, dónde unas
ancianas helenistas fueron desatendidas, y la iglesia toma medidas para
corregir eso nombrando diáconos que sirvieran a las mesas.
Cuando
los judíos fueron llevados por Dios al Exilio por medio de la mano de los
Babilonios, Dios les ordenó que construyeran casas, que se casarán y trabajaran
y produjeran en aquella ciudad. Porque la paz de la ciudad era su paz. (Jer. 29:
5-7). Porque la mentalidad Babilonios y
persa era permitirle a los pueblo conquistados que llevaban a sus tierras que
se enriquecieran y aportaran; así como se les permitía construir riquezas por medio
de sus trabajos. Habían varios niveles de exclavitud y sometimiento de los
pueblos. Por lo tanto, los hijos de Dios deben pensar en prosperar, aún en las
peores condiciones como la venezolana.
Nehemias
por ejemplo, fue un funcionario de alta confianza, responsable de un de los
turnos de servir personalmente al rey. Responsable de la casa del rey y su
familia, que estuvieran bien atendidas, bajo resguardo y protección. Fue un
hombre que tuvo los suficientes recursos personales para mantener largamente la
alimentación de 150 personas que comían en su mesa mientras fue el gobernador
de Jerusalén, en el tiempo del gobierno de Antarjerjes.
No
es cierto que la familia de un Hombre llamado Ananías y de su mujer Safira tuvieron
la falta de no estar dispuesto a desprenderse totalmente de su propiedad, sino
pretender mostrar una falsa generosidad, para congraciarse y beneficiarse de la
comunidad de creyentes. Lo que muestran los pasajes es el amor de hermanos en
Cristo, el desprendimiento voluntario, el velar porque el necesitado tenga
auxilio en sus necesidades y no mostrar indiferencia con el que padece. Esto
coincidía con las enseñanzas aprendidas por ellos en la Ley de Moisés.
Es
importante destacar que Dios muestra la pobreza como una situación
circunstancial y no permanente. Los hijos de Dios pueden superar la pobreza si
obedecen a Dios y siguen sus instrucciones y mandamientos.
Éxodo
23:25, dice: “Sirve sólo al Señor tu Dios. Si lo haces, yo te bendeciré con
alimento y agua, y te protegeré de enfermedades.”
Algunos
piensan que la comunidad cristiana de Jerusalén fue influida por la comunidad
Esenia de Qumran. Que habitaba de manera separada cerca del desierto de Judá.
Ellos tenían todas las cosas en común y los sacerdotes administraban los
bienes. Es importante destacar que el capitalismo, el socialismo y su variante
marxista comunista surge posteriormente, siglos después. La iglesia vivió en un
régimen Tiránico, opresor, usurpador y confiscador, cómo era el Régimen Romano.
Ellos escaparon a la vida en sociedad, se aislaron y establecieron un régimen
comunal para poder sobrevivir.
Los
autores bíblicos procuraron aconsejar vivir en paz con las autoridades. Y la
situación particular de Jerusalén no se ve reproducida en las demás iglesias.
Por lo tanto, dicha práctica fue más producto de las circunstancias y la
cultura judía de aquella congregación.
Tampoco
es cierto que entre ellos desapareció la propiedad privada, sino que el amor y
la generosidad enseñada por Jesús y la Ley de Moisés, se puso en práctica. Cada
quien que quería dar una “ofrenda”, venía al altar y la entregaba en sus manos
a los apóstoles para que la administrarán para el bien común de los
necesitados.
Cómo
hemos presentado el trabajo productivo y rentable era un valor central en la
iglesia primitiva. El apóstol Pablo siendo un plantador de iglesias, y
mereciendo que la nueva iglesia les sostuviera, no hizo uso de ese derecho;
sino que trabajó con sus manos y produjo y mantuvo a su equipo e inclusive
proveyó para las necesidades de otros. “En ningún momento aceptamos comida de
nadie sin pagarla. Trabajamos mucho de día y de noche a fin de no ser una carga
para ninguno.” (2 Tesalonicenses 3:8; NTV).
Por
otra parte, Jesús propone el establecimiento del Reino de los cielos en la
tierra. El sistema que finalmente Cristo establecerá en todas las naciones y
dentro de cada una de ella son gobiernos que estarán bajo su control y el
establecimiento de su Justicia perfecta. Pero por ahora, en este mundo tenemos
sistemas imperfectos. La Biblia no sostiene ni el sistema capitalista, ni el
socialista. Sin embargo, podemos obtener de la Biblia principios rectores que
nos dan luz, y guían nuestros pensamientos políticos, nuestra lucha sociales y
la conquista de procurar la justicia, sin establecer acepción de personas o
favoritismo.
Los
principios que extraemos a partir de la Ley de Moisés y demás escritores bíblicos,
nos inducen a una sociedad donde el amor y la misericordia son columnas en el
establecimiento de sistemas políticos equilibrados, justo, que no favorezca
perezosos y holgazanas que viven de las dádivas de los programas sociales, sino
de personas que son auxiliadas para superar su pobreza y no para perpetuarla.
Un
ejemplo a considerar en este estudio de la propiedad privada y la Colectiva o
comunalidad de bienes encontramos el concepto del pecado en la economía Y el
juego del mercado. Para los liberales la libre competencia de la oferta, y las
preferencias del mercado determinarán los crecimientos económicos. Pero los
liberales no consideran que la libertad humana está influida por la maldad del
hombre. En realidad se necesita la supervisión justa, no intromiciva o controladora
de funcionarios. Pero si la supervisión por medio de leyes justas, equitativas,
que eviten que funcionarios adquieran el poder de controlar y desarrollar
mecanismos de corrupción, clientelismo.
Nosotros
proponemos un sistema central que equilibre el juego entre el control férreo
del Estado y las libertades individuales. Porque a medida que avanzamos en un
sistema totalitario encontraremos al socialismo y al Nacismo que son dos caras
de la violencia de la hegemonía del Estado controlador. Por otra parte o extremo
están los defensores de la libertad absoluta, entre los cuales están los
liberales y su defensa de las libertades absolutas sin restricciones del
Estado.
1 Comentarios
Gracias pastor ya leí el artículo y quedó todo claro es Neyer
ResponderBorrarGracias por leer mi artículo. ¿Cuál es tu pregunta?